Antes de contarles sobre mi anillo de compromiso, quiero hablar de los mariachis.
Los grupos de mariachi son mexicanos, pero en Colombia aparecen en todas partes. Aparecen cuando un hombre quiere conquistar a una mujer o cuando quiere pedirle perdón. Pero también aparecen en grados de colegio y de universidad, en el cumpleaños de la abuelita y de la tía abuela, en las bienvenidas y en las despedidas. Hay mariachis de diversa calaña en las fiestas de las empresas, en los aniversarios, en las primeras comuniones, en algunos entierros, y aparecerían también en los nacimientos si en los hospitales los estruendos de trompetas no estuvieran contraindicados para los recién nacidos, sus madres y los enfermos.
Los mariachis tienen buena pinta con sus sombrerotes, adornos de metal y pantalones ajustados. Algunos llevan fundas de revolver, todos tocan duro sus canciones de letras francas y música pegajosa y hasta te entregan un video con la presentación. Pero cada noche que oigo otro grupo de mariachi, cuando los mariachis vuelven a aparecer en la madrugada, mariachis con las mismas canciones, mariachis y más mariachis, solo puedo imaginarme a un pretendiente copetón que le arrebata el sombrero al músico que más suda y lo intenta poner en la cabeza recién lavada de una mujer que sonríe solo por un lado y piensa, entre enternecida y avergonzada, “¿esto fue todo lo que se te ocurrió?”
La primera vez que me entregaron el anillo de compromiso fue con mariachis. Esta vez mi novio me lo entregó sin mariachis. Aquella vez estaba preocupada más por cómo sería el anillo que por la manera en que me lo iba a entregar. Esta vez estaba preocupada porque sabía que no soportaría unos mariachis más, a no ser que fueran los mariachis empelotas que fueron al cumpleaños de la mamá de una amiga: hombres atléticos, sin bigotes, guapos y sonrientes, que se acercan a las señoras de la fiesta con fina coquetería y menean las nalgas mientras cantan “Te amaré toda la vida”. La primera vez los mariachis ni se empelotaron ni eran guapos, pero el anillo fue hermoso. Esta vez, no hubo mariachis pero el anillo… el anillo no fue de plata y tampoco fue de oro… ¡me dio un anillo de acero! Acero inoxidable, dijo. Como el de los cubiertos y el cortaúñas, pensé. ¿Acaso no me merezco más?
A mi novio le dije que estaba lindo, pero en realidad no me gustó que fuera de acero inoxidable. Si es difícil decirle a un hombre enamorado que no te gusta la serenata que te trae, es aún más difícil decirle que no te gusta el anillo con el que quiere simbolizar el amor y el compromiso. Y no hay mariachi que te ayude a decírselo.
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21.2.08
¿TE AMARÉ TODA LA VIDA?
Por
SARITA DE LA VEGA
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Etiquetas: amor, anillo de acero, anillo de compromiso, anillos, bodas, compromiso, conquistar, declarar, mariachi, mariachis, matrimonios, mentir, proponer matrimonio, propuesta de matrimonio
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